Debido a que los conflictos humano-vida silvestre son cada vez más frecuentes, graves y generalizados en todo el mundo, su resolución es cada vez más desafiante. Las directrices pretenden sentar las bases y los principios de las buenas prácticas, con orientaciones claras y prácticas sobre la mejor manera de abordar los conflictos y hacer posible la coexistencia con la vida silvestre. Estas han sido desarrolladas para ser utilizadas por profesionales de la conservación, líderes comunitarios, responsables de la toma de decisiones, investigadores, funcionarios gubernamentales, entre otros. Centradas en enfoques y herramientas para el análisis y la toma de decisiones, no se limitan a ninguna especie o región del mundo en particular.
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